jueves, 2 de abril de 2009

Sección Política - A LA BÚSQUEDA DE CUQUILANDIA

Este es el texto de los pergaminos perdidos que fueron encontrados en la Fragata Martha 1, la cual naufragó el 1º de marzo del año 1994.

Bitácora del Capitán, 5 de marzo de 1992.

¡Tierra a la vista!

Luego de ocho meses de navegar en alta mar, cuando la comida y el ron comenzaban a escasear, cuando la tripulación comenzaba a impacientarse y a mirarme con ojos excesivamente cariñosos debido a su falta de contacto con el sexo opuesto y rogando no sufrir el mismo destino que sufrió mi maestro allá por el año 1492, finalmente escuché al marinero Artucio decir esa palabra que le dio un suspiro de alivio a mi corazón: ¡TIERRA!.

Es una isla. Una isla de dimensiones significativas. Desde mi punto de vista se ven cuatro rascacielos de dimensiones considerables. Alrededor de ellos pueden apreciarse pequeñas edificaciones de características populares. Son grandes bloques de cemento y concreto, donde presumiblemente vivan las clases populares que habitan la Isla.

La tripulación está feliz, finalmente podrán descansar y alimentarse de forma digna. Todos tenemos grandes expectativas hacia lo que estamos a punto de descubrir...

Bitácora del Capitán, 6 de marzo de 1992.

Una oficina llamada "Aduana"

A la llegada a tierra, la tripulación comenzó a descender de la Fragata. Nos encontramos con una playa que está rodeada por edificaciones. Del punto de vista urbanístico, todo resulta bastante llamativo. Es una ciudad que se ha comido la naturaleza. Deben haber unos diez metros de playa, y despues en forma abrupta comienza la ciudad.

A la hora de haber descendido del buque se apersonó un lugareño, quien se identificó como el escribano Camilo Benitez, funcionario de una supuesta oficina llamada Aduana. Con voz entusiasta y cordial exclamó: ¡Bienvenidos a Cuquilandia! Ahora tendrán que iniciar los trámites aduaneros a los efectos de poder ingresar a tierras cuquistas.

Su aspecto era llamativo: vestía un traje blanco con franjas negras dibujadas en forma horizontal. Me hacía acordar a los trajes que en otros tiempos les hacían utilizar a las personas privadas de libertad. Debo reconocer que esto no me inspiraba mucha confianza, pero bueno, uno no debe tener prejuicios.

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